La alimentación de nuestros aborígenes

Tomado de América Pintoresca- Barcelona 1884

Cuando arribaron los europeos en el siglo XV se asombraron por la dieta alimenticia de los amerindios, basada en tubérculos como yuca, batata y papa. Pero la gama de plantas útiles era muy amplia: maíz, cacao, fríjol, maní, papa real, quinua, tomate, piña, zapallo, mate, ají, coca, cascarilla, ipecacuana; esta era la base sobre la cual descansaba la alimentación. Pero, además, estaban los palmitos, las verduras, los condimentos y la inmensa variedad de frutas.

Estas provincias sobresalieron por la avifauna; no todas las aves eran para el consumo de la carne, la mayoría como los papagayos se conservaban por las plumas o como mascotas; las más comunes eran: gallinetas, patos, gansos, paujíes, pavas, el pavo conocido como pisco, perdices, codornices, pellares, tórtolas y torcazas; abundaban los loros, pericos y guacamayas. En cuanto a los mamíferos, algunos se destinaban para la alimentación, otros como mascotas y no faltaban los animales sagrados. El listado es largo: venado, chuca o zarigüeya, monos, micos, marimondas, titíes y aulladores, gurres o armadillos, el perico ligero o perezoso y el oso hormiguero. Criaban perros mudos (no ladraban como los galgos españoles) para comer su carne, pero esta especie desapareció con la introducción del perro europeo.

Abundaban la danta, la tatabra y el puerco de monte; el zaíno y el curí, el chigüiro y la guagua. Entre los animales sagrados el más respetado era el jaguar.

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