El toro que envió por los aires a Morenita de Alcalá

Dibujo de Carlos A. Ceballos

En 1990 el médico y ganadero de reses bravas, Ernesto Gutiérrez Arango, dueño de la ganadería del mismo nombre, publicó el libro titulado Sueños y Cuentos donde escribió la crónica “El eterno Femenino”. Se refiere a un episodio que le tocó vivir en la Plaza de Toros de Manizales en 1956 y anota al respecto que:

Esta es una historia verdadera y sucedió cuando la plaza de toros de Manizales principiaba a funcionar. En ella se podía lidiar ganado criollo y los conocimientos de la gente no eran bastantes para exigir espectáculos taurinos serios e importantes. Esta historia también debe terminar en forma muy castiza y desusada en nuestros medios “refinados”. Perdería toda su gracia si así no se escribiera. Pido mil perdones a alguno o de pronto a algunas escasas lectoras. En cuanto a las lectoras, a algunas les puede gustar esta aproximación de la mujer al mal llamado sexo fuerte. La propaganda salió así: 

“Plaza de toros de Manizales, julio X de 1956: Con el superior permiso de la autoridad y si el tiempo no lo impide, se lidiarán bravísimos, cuatro, por la pundonorosa matadora de toros, Morenita de Alcalá, venida de España para presentarse exclusivamente en esta plaza. Habrá cuadrilla completa de banderilleros. 

Nota: la matadora ejecutará el “pase de la muerte”, que le costó la vida al inmortal Granero. Habrá un toro embolado para el público y en caso de necesidad se aplicará el Artículo X del Reglamento. Empresa “Claverías”. 

Así rezaba el pintoresco y mentiroso cartel que anunciaba aquella corrida de toros. Con estos calificativos hay que llamarlo, pues, ni la matadora era matadora, ni pundonorosa, ni siquiera pudorosa; ni había venido de España para presentarse exclusivamente en esta plaza, ni se iban a lidiar cuatro bravísimos toros, cuatro; sino que eran cuatro novillos cebúes traídos del Matadero Municipal a donde habían llegado para ser convertidos en biftecs, fin más adecuado para ellos que el de ser lidiados como bravos en una plaza de toros. Ni existe “el pase de la muerte” que le costó la vida al inmortal Granero, como no fuera en la mente del empresario: Claverías, ni a Granero le costó la vida el ejecutar el pase mencionado, aunque efectivamente lo mató un toro en la Plaza de Toros de Madrid. 

Todo eso hacía parte del señuelo con el que el habilidoso empresario “Claverías” quería llevar gente a la plaza de toros aquel domingo de julio. 

Aquel hombre, aquel empresario se hacía llamar “Claverías”. Había sido torero, quizá banderillero y aún en aquellos tiempos de empresario trotamundos y busca la vida, se vestía de torero cuando podía y así ganaba algún dinero para su subsistencia. Era andaluz de Coria del Río.

Para tener información completa, escuchar audio bajo la imagen.

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