
Hace 100 años estaban de moda los cables aéreos en el departamento de Caldas. El más importante era el cable Manizales-Mariquita que fue derrotado por la competencia de las carreteras y del ferrocarril, pero también por los ladrones, porque estos personajes aprendieron a subirse a las torres y luego se trepaban a las vagonetas en movimiento para saquear la carga de importación. En la Estación La Camelia, en Manizales, observaban los faltantes de mercancía valiosa como vidriería, vajillas, licores, vestidos, telas, armas de fuego, explosivos, victrolas, rancho, etc. e iniciaron una campaña para inspeccionar la línea. El alcalde de Fresno organizó varios grupos con 150 voluntarios y apresaron a los delincuentes, recuperaron parte del botín (marzo de 1922) pero a lo largo de la vida del cable se iban activando nuevos grupos de saqueadores.
Hubo una famosa cuadrilla comandada por Reinaldo Aguirre Palomo, de Mariquita, más conocido como El Palomo Aguirre. Según su biógrafo, el historiador Eduardo Santa, era de mediana estatura, delgado, algo moreno, de nariz aguileña, usaba sombrero de fieltro, vestido de dril, zapatos de calidad, pañuelo rojo anudado al cuello y otro de seda, también rojo en el bolsillo superior del saco. Se incorporó como soldado en la guerra contra el Perú, aprendió el manejo de las armas y abandonó la vida militar.
Empezó su carrera delictiva asaltando las haciendas del norte del Tolima, las recuas de mulas cuando sabía que cargaban mercancía de valor y los carros que llevaban dinero para los bancos y la nómina para los empleados oficiales. Infundía temor cuando aparecía montado en su caballo en compañía de cinco secuaces bien armados, realizando operaciones en diferentes municipios, especialmente en Honda, Ambalema, Lérida, Mariquita, Armero o Líbano.
Dicen que participó en la conspiración de los bolcheviques del Líbano, en 1929, y que conocía sobre la revolución rusa de 1917; presenció algunos paros de los obreros del ferrocarril y de la navegación a vapor en La Dorada y Honda. Asaltó el Ferrocarril de La Dorada y en 1935 llegó con su cuadrilla a la fábrica de tabaco Casa Inglesa de Ambalema y se apoderó de la caja de caudales. Estas acciones espectaculares fueron registradas por la prensa pues había pasado de asaltar casas de fincas y recuas de mulas, a golpes contundentes en pueblos grandes. Mientras tanto se estaba convirtiendo en el mecenas de los pobres y necesitados, decían que robaba a los ricos para repartir el dinero entre los menesterosos, quienes le informaban sobre los desplazamientos de la policía y le brindaban protección.
En esta época el norte del Tolima estaba unido por una red de caminos de herradura que se colapsaba en invierno, por falta de mantenimiento, y la inconformidad se apoderaba de los campesinos, por el aislamiento que sufrían las poblaciones de Mariquita, Falan, Casabianca, Fresno, Herveo, Villahermosa, Líbano, Armero, Santa Isabel, Lérida, Venadillo y Anzoátegui. Sin embargo, El Palomo Aguirre y su banda se desplazaban sin problemas porque conocían la región palmo a palmo, asaltaban en un camino y desaparecían por las trochas, se movían con gran velocidad y despistaban a las autoridades. La leyenda crecía mientras aumentaba el bandidaje.
Los golpes más fáciles y lucrativos se los propinó al cable aéreo Mariquita-Manizales, porque por este medio se transportaba dinero para los bancos. De acuerdo con Eduardo Santa se especializó en asaltar las vagonetas. Sabía con exactitud la hora y el lugar en que el cable paralizaba sus actividades, especialmente por las noches, cuando se suspendía la electricidad que lo impulsaba, y allí aparecía puntualmente montado en su caballo alazán y acompañado de sus pistoleros y en cuestión de minutos se apoderaba del botín y desaparecía en las montañas. Pero la carrera delictiva de este forajido llegó a su fin el 24 de febrero de 1940. Según la leyenda más de 50 policías lo rodearon en una casa rural cerca de Mariquita, pero resistió y cuando le quedaba el último proyectil lo disparó sobre su cabeza. La otra versión la presenta el antropólogo Armando Moreno Sandoval, quien pone en duda el enfrentamiento con las autoridades y expone el testimonio de Pedro Mora, hijo “natural” de Reinaldo Aguirre, quien dijo que el sábado 24 de febrero de 1940, a las 7:23 de la noche su padre apareció en la casa del ganadero Gregorio Fajardo y le dijo que no quería vivir más, bebió un poco de cianuro, sacó su revólver y se propinó un balazo en la boca; tenía 31 años.
Como era una persona que robaba para repartir el botín entre los pobres, se le considera un bandido social, “porque hacía el bien, aunque estaba por fuera de la ley”. Generaba odios y amores. A su muerte surgió la leyenda y varios autores rescataron su biografía del olvido. El mito creció y la fantasía popular creó nuevas leyendas, canciones y versos, como el Romance de Reynaldo Aguirre Palomino, por Ernesto Polanco Urueña:
Reynaldo Aguirre murió y el mundo está conmovido a los ricos les volvió la calma que habían perdido Este hombre era aventurero como todos en la vida y por eso el mundo entero hoy le da la despedida Dicen que cartas mandaba a los ricos por dinero pero el hambre le quitaba a ciegos y limosneros […]
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