
Los documentos que reposan en los anaqueles, sótanos y zarzos de archivos municipales y notarías, hacen parte del acervo cultural más valioso para escribir la historia de los pueblos.
La especial reverencia con que los primeros pobladores trataban los documentos se puede ilustrar con el caso del traslado de los archivos de Salento a Armenia cuando esta población alcanzó la categoría de distrito. Su alcalde, don Manuel Vallejo, fue comisionado para traer los papeles pertenecientes al archivo y cuando hizo su entrada al poblado «fue sorprendido por una inmensa multitud de gentes, entre las cuales gran cantidad de sus amigos, quienes se le acercaron y lo desmontaron de su cabalgadura, le ataron las manos y en hombros de la multitud fue llevado en calidad de ‘preso de consideración’, por haberse sustraído de Salento, los archivos de Armenia. La pesada carga de los papeles notariales y oficiales la traía en una burra; este animal también fue liberado de la carga, los entusiasmados manifestantes la condujeron en hombros hasta el rancho donde funcionaba la alcaldía. La burra fue conducida en procesión hasta el coso público, donde se le sirvió aguamasa con leche y azúcar”.
Y en medio del jolgorio por la llegada del archivo, el pueblo recitaba estos versos:
Dejó de ser pueblo
y pasó a ciudad,
esta villa nuestra
de casualidad.
Ya viene el Archivo,
ya viene y se va,
y con tantas vueltas
se nos va a acabar.
Díganle a Circasia,
Filandia y Calarcá,
que “EI Cuyabro” tiene
Distrito en propiedad.
Los anteriores versos muestran que Armenia, apodada EI Cuyabro, ganó el reconocimiento como distrito cuando rescató los documentos que contenían su historia.
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