
El cultivo del grano se expandió por el sur de Antioquia cuando la colonización había penetrado gran parte de la región y se contaba con agricultura estable, abundante mano de obra y suficiente acumulación de capital.
El café entró con mucha timidez desde principios del siglo XIX y solo cobró fuerza después de 1880, porque su cultivo fue organizado por quienes disponían de liquidez para emprender su producción en forma empresarial. El primero fue Eduardo Walker Robledo, de Sonsón, quien estableció, hacia 1864, una pequeña plantación en su finca La Cabaña, cerca de Manizales; cultivó alrededor de mil arbolitos para el consumo de su casa y para el mercado. Cinco años después plantó otro cafetal Fernando Jaramillo Mejía en La Muleta (Palestina), y hacia 1870 Marcelino Palacio y Manuel María Grisales, hacendados y comerciantes de cacao, empezaron a cultivar café en sus fincas «Sebastopol» y » La Playa», respectivamente, ambas situadas cerca de Manizales. Don Marcelino había sembrado 400 árboles que producían abundante fruto, pero aún estaba en la etapa de experimentación. En ese mismo año Justiniano Mejía sembró en su hacienda «Quebradanegra», del distrito de Neira, 14 árboles de café y Julián Mora, también en ese año, inició en el municipio de Palestina una plantación de café conocida con el nombre de «San Carlos».
En 1878, don Antonio Pinzón, venido de Santander y casado en Medellín con doña Mercedes Posada, se convirtió en un nuevo apóstol del café; fundó en «El Águila» del municipio de Manizales una empresa de café con base en el cultivo que allí existía y llegó a contar con un cafetal de 10.000 árboles, que fue la base para una de las más grandes empresas de la región. Fue uno de los primeros que exportó café. En esa época los primeros lotes los enviaron en pergamino al mercado de Londres; después introdujo maquinaria para prepararlo en almendra y fue posiblemente el primero que hizo construir una estufa para beneficiar el café.