Relatos de viajeros curiosos

Acuarela 1853. Camino para Nóvita en la montaña de Tamaná

En el siglo XIX recorrieron parte del territorio de la región caldense algunos viajeros nacionales y extranjeros, que dejaron sus impresiones en bellos relatos que hoy son valiosos documentos históricos. Entre estos personajes están el médico francés Charles Saffay, don Manuel Pombo, quien participó en las guerras de independencia; los alemanes Friedrich von Schenck y Alfred Hettner, el ingeniero francés Jorge Brisson, don Rufino Gutiérrez y el menos conocido Félix Serret, también francés, quien dejó una excelente memoria o notas sobre el camino de La Moravia. Pero antes veamos el contexto sobre el país y acerca de la región:

Después de la independencia Colombia estaba dividida en cuatro zonas económicas y culturales: la antioqueña, la centro oriental, la sur occidental y la costeña; tres cordilleras y los ríos Cauca y Magdalena mantenían inmensas regiones aisladas, había una débil unidad política y extremada pobreza. La arrugada y difícil geografía dificultaba la construcción y mantenimiento de los caminos y el sistema de transporte fluvial era bastante primitivo.

En Antioquia se dieron pasos acelerados para la integración de las regiones y esto empezó por las dificultades económicas y sociales que tenía hacia 1780 y fue lo que motivó las migraciones a las tierras del sur, consideradas baldíos del Estado. La inmensa zona de abundantes selvas era conocida por medio de los relatos de los viajeros, quienes hacían referencias sobre las viejas poblaciones situadas en el camino real que unía a Medellín con Popayán y cruzaba por Arma, paso de Bufú en el río Cauca y se dirigía a las minas de Marmato y a las poblaciones coloniales de Supía, Quiebralomo, Anserma y Cartago.

Hacia 1850 la colonización o el desplazamiento de familias pobres era un fenómeno generalizado en buena parte de la futura región caldense. Para este año ya estaban bien desarrollados los pueblos de Aguadas, Pácora, Salamina y Neira; se había fundado Manizales y nuevos grupos de colonos avanzaban por la Aldea de María (Villamaría) hacia Santa Rosa, Pereira y Quindío. Los sectores dirigentes de Antioquia orientaban la colonización hacia Manizales, y empresarios del Cauca también impulsaban el desplazamiento de campesinos hacia el Quindío, Risaralda y Villamaría; de este modo se integraron al proceso de colonización antioqueña. Este interés no es nuevo, es el resultado del viaje que hicieron don Fermín López y sus familiares y amigos cuando salieron en 1838 desde Sancancio en Manizales hasta Cartago; sobre esta ruta los caucanos de Cartago y Buga venían haciendo esfuerzos para fundar una población en la senda que trazó don Fermín, por eso surgen Santa Rosa de Cabal y Villamaría.

Desde 1860 la colonización avanzó hacia el Tolima por el camino de El Ruiz, abierto por el Cabildo de Manizales en 1852. Y desde Salamina había otro camino que se dirigía a San Félix, Valles Altos, Páramo de Herveo y Mariquita. Tras las huellas de los antioqueños y por los nuevos caminos llegaron grupos de campesinos de Tolima, Cauca, Cundinamarca y Boyacá. Pero también arribaron viajeros nacionales y extranjeros quienes observaron las regiones con impresionante agudeza y nos dejaron imágenes apasionantes y conmovedoras de la naturaleza, de los paisajes y de los pobladores. En general este fenómeno se inició después de la independencia porque el país ya no pertenecía a España, y desde Europa veían el continente americano como una tierra rica en recursos naturales y en materias primas, con una fauna exótica, exuberante vegetación y comida abundante y variada. Las leyendas que se tejían desbordaban la fantasía. Veían un mercado para sus productos y traían la esperanza de reemplazar el dominio español. Por esto llegaron los viajeros curiosos que plasmaron en sus relatos la imagen de un mundo desconocido y maravilloso.

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